viernes, 13 de octubre de 2006

SE QUEDÓ EN PROYECTO

Guanajuato, Guanajuato

“Triste de mí, haber visto lo que veo, habiendo visto lo que vi” Le pido prestadas estas letras a Ofelia para describir mi percepción sobre Asociación Proyecto Hamlet y su puesta en escena de Hamlet: donde no puede haber justicia reina la venganza, que observé la noche del 13 de octubre en el Teatro Juárez. Se quedó en proyecto la reinterpretación de la obra de William Shakespeare, fue una obra plana, arrítmica, sin transiciones, con un principio débil, los diálogos eran escupidos sin intención, sonaban leídos mas que aprehendidos. No había trabajo en equipo, los actores no se provocaban nada entre ellos, por eso sus reacciones eran falsas, cronometradas desde un libreto y cuando en escena la dinámica no es acción-reacción entonces surge la sobreactuación, justo lo que pasó anoche.

La carga de la obra estuvo en los diálogos, como si hubieran olvidado que el teatro se construye con cuerpos, movimientos, acciones, intenciones. Visualmente fue muy atractiva, el vestuario era hermoso y tenía un lenguaje propio, contrastes, colores verdes, rojos, negros, blancos, grises, fueron su vocabulario. “Con anzuelos de mentiras se pescan truchas de verdad” pero los retratos, que es en lo que se convirtieron las escenas ya que los actores están acomodados según las reglas de los pesos en imagen, no bastan para mantener al público atento, este artificio no logra pescarnos.

Sin aire el movimiento de los actores, no podemos confundirnos y pensar que es parte del lenguaje porque la traducción nos demuestra lo contrario, al igual que los visual y porque en la escena donde Hamlet hace que actores representen la muerte de su padre a su madre, todos fluyen, son libres, y parece que vemos otra obra, una comedia. Lamentablemente este respiro pasa demasiado pronto y volvemos a lo rígido, a los gritos que surgen de la nada y pretenden crear tensión, a las enunciaciones y los ojos perdidos que buscan lo dramático. Se refugiaron en juguetes y juegos como piedras, saltos de bebeleche, chistes sobre sexo o escatológicos y desnudos para sortear diálogos. La ironía está que entre sus parlamentos denuncian este tipo de teatro “A este público sino le dan payasadas o chistes verdes, se duermen” “ “Una obra actuada con astucia afecta personas que terminan confesando su verdad” “Hasta los aguinaldos más ricos se vuelven pobres cuando al donante le falta generosidad” No sentimos la generosidad actoral, ni nos conmovimos, y si hubo risas forzadas. “Ser o no ser, ese es el asunto” fue una línea más, no pudimos sentir el dilema, la consternación del personaje, su debate interno.

Santiago Reyes que interpretó a un actor joven, una enfermera y una mucama que era nuestro punto de fuga en escenas interminable nos dijo “Cuando llevas ya un tiempo en temporada, uno tiene preestablecido en qué momento la gente se ríe, en que momento la gente está más tensa, la reacción de la gente uno ya la tiene un poco establecida y a una audiencia completamente diferente que reacciona completamente distinto a otras cosas pues también le cambia a uno todo, un poco, uno también reacciona ante eso”. Distintas las visiones de quienes están en el escenario y de quien observa. Santiago Reyes y Fernando García que interpretó a Polonio, fueron los que a mi parecer dieron melodía y crearon personajes humanos, reflejos de nuestra realidad. Robinson Díaz fue Hamlet; Humberto Dorado, Claudio; Ana Margarita Soler, Gertrudis; Victoria Góngora, Ofelia; Carlos Caycedo, Horacio; Guido Molina, Laertes; Ernesto Benjumea, Guildernsten; Ramsés Ramos, Rosencrantz y Carlos Serrato, actor viejo.

Después de esta obra uno recuerda a Hamlet diciendo respecto a los diálogos “Porque si hacen como hacen tantos actores hoy en día, mejor escucharlos en un vendedor de periódicos”. Deberían leer mejor sus líneas, y nosotros deberíamos leer la obra. Si “los actores son el mejor compendio de nuestra época” baste decir que somos pretenciosos, demandantes de spots lights e individualistas puros.

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